«La supervisión bancaria europea está consolidada, pero seguimos necesitando una regulación más armonizada»
Entrevista a Sabine Lautenschläger, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y vicepresidenta del Consejo de Supervisión del BCE, Supervision Newsletter, 13 de febrero de 2019
Sabine Lautenschläger, cuyo mandato de cinco años como vicepresidenta del Consejo de Supervisión del BCE termina este mes, habla de las sorpresas surgidas durante la creación de la supervisión bancaria europea, de actuales retos como el Brexit y la gobernanza, y de la necesidad de una aplicación más armonizada de las normas de supervisión.
Como primera vicepresidenta del Consejo de Supervisión del BCE, ha contribuido a crear la supervisión bancaria europea. Analizando los cinco últimos años, ¿ha ido todo como se esperaba?
Si todo hubiera ido como se esperaba, ¡habría sido una verdadera sorpresa! No obstante, en general, todo ha ido según el plan. Durante los cinco últimos años hemos creado la supervisión bancaria europea partiendo de cero, y hemos logrado que mantenga un rumbo firme. Todos los bancos de la zona del euro se supervisan ahora aplicando normas estrictas uniformes.
Sin embargo, nos hemos encontrado muchas sorpresas por el camino, algunas naturalmente han sido muy bien recibidas. Disfrutar de la emoción de ser una start-up ha sido una de las sorpresas. Y esta emoción, este espíritu, no se ha perdido, aunque ahora seamos una institución consolidada. Todos los días, la gran innovación, «la supervisión bancaria europea», se complementa con otras mucho más pequeñas —nuevos procedimientos, nuevas herramientas y nuevas formas de colaborar—. Así que tanto nuestros nuevos empleados como nuestros expertos veteranos aprenden y se ponen a prueba todos los días —¡yo incluida!—. Esto es muy enriquecedor y uno de los motivos por el que todos mantenemos nuestro compromiso día tras día.
Otra sorpresa no se ha recibido tan bien. ¡Nunca me había imaginado que hubiera tantas formas diferentes de supervisar bancos! Las diferencias entre los países eran enormes y normalmente estaban muy arraigadas en las tradiciones nacionales. Por tanto, el camino hacia un enfoque armonizado es mucho más largo y difícil de lo que hubiera esperado. Todos hemos tenido que cambiar nuestros puntos de vista, ser mucho más abiertos, escuchar a los demás y cuestionar antiguas opiniones. No resulta fácil y tenemos que recordarnos todos los días que debemos mantener una actitud abierta.
El Brexit ha sido probablemente otra sorpresa. ¿Cómo se está preparando el BCE para este acontecimiento tan complejo, que podría suponer supervisar al menos otros 20 grandes bancos?
Sí, sin duda alguna el Brexit ha sido una sorpresa. Dicho esto, como supervisores siempre tenemos que estar preparados para lo peor: en este caso, un Brexit duro. Por tanto, estamos totalmente preparados para un aumento del número de bancos bajo nuestra supervisión. Hace cinco años, nos hicimos cargo de unos 120 grandes bancos, así que no parece que ahora nos enfrentemos a un reto demasiado difícil. Y no olvide que hace cinco años teníamos mucho menos personal y menos experiencia en materia de supervisión europea integrada. Actualmente, todo está listo para hacernos cargo sin contratiempos de la supervisión de unos pocos bancos más en caso necesario.
Pero eso no significa que debamos subestimar las posibles repercusiones del Brexit. Si realmente se produce, tendrá un gran impacto en el mercado bancario europeo, un impacto para el que los bancos y los supervisores tendrán que prepararse. Durante los dos últimos años, hemos expuesto claramente qué esperamos de los bancos que se trasladen a la zona del euro. Y hemos instado a los bancos a que se preparen para todos los posibles resultados de las negociaciones políticas. Así pues todos deberían estar preparados, y todos deberían saber lo que está bien y lo que no está bien en lo que se refiere a la organización de sus actividades en la zona del euro. Estoy segura de que los supervisores estamos preparados, al máximo nivel posible.
¿El Brexit supondrá una carga o una oportunidad para los bancos?
El Brexit exigirá que todos trabajemos mucho, incluidos los supervisores. Si un banco radicado en el Reino Unido quisiera llevar a cabo actividades en la Unión Europea (UE), o viceversa, podría tener que establecer una filial o una sucursal y trasladar algunos empleados o contratar nuevo personal. En este sentido, el Brexit será indudablemente una carga, pero los bancos inteligentes aprovecharán las oportunidades que crea. Podrían, por ejemplo, reorganizar su estructura de manera que les permita estar más cerca de sus clientes. O pueden reconocer que sería peligroso poner todos los huevos en la misma cesta y depender de una sola entidad de contrapartida central. Posiblemente dicha concentración sea más eficiente, pero también conlleva riesgos.
Desde mi punto de vista, el Brexit también puede ser una oportunidad para seguir avanzando en la integración del mercado bancario europeo. Varios bancos y otras entidades financieras están a punto de trasladarse a la UE, y tenemos que encontrar la manera de garantizar que todos reciban el mismo trato, tanto en lo que se refiere a la normativa como a la supervisión. Por tanto, puede que en realidad la salida de un país de la UE acerque al resto.
Otro asunto importante que ha tenido que tratar es la reforma regulatoria. ¿Han logrado las reformas de Basilea III todo lo que pretendían? ¿Qué queda por hacer?
La finalización de las reformas de Basilea III supone un gran avance; no cabe la menor duda. El paquete definitivo de reformas contribuirá a que los bancos sean más seguros y mejores. Siguen aplicando un enfoque basado en el riesgo e introducen también algunas salvaguardas nuevas. Las reformas restringen el uso de determinados métodos basados en los modelos internos y establecen mínimos para la estimación de los parámetros y para los requisitos calculados con los modelos internos de los bancos. Con ello se reduce la excesiva variabilidad de los activos ponderados por riesgo y se limita el ámbito para que los bancos reduzcan sus requisitos de capital utilizando modelos internos. Además, el marco definitivo de Basilea III establece una ratio de apalancamiento que sirve también como mecanismo de protección contra la modelización del riesgo. Al mismo tiempo, incluye colchones de liquidez que garantizan que los bancos puedan sobrevivir más tiempo en caso de se agote la financiación.
Son todos grandes logros, sobre todo porque reflejan un acuerdo global. Sin embargo, aún quedan algunas cuestiones pendientes. En mi opinión, no hemos hecho lo suficiente para afrontar, por ejemplo, el riesgo soberano. Lo mismo cabe decir con respecto a las grandes exposiciones y los riesgos de concentración. Debemos también recordar que el marco definitivo de Basilea III es simplemente un conjunto de normas cuya aplicación requiere su trasposición a la legislación vigente. Lo que importa es que se aplique estrictamente en todo el mundo.
En cuanto a la aplicación de las reformas de Basilea III, a principios de diciembre, la UE acordó un amplio paquete legislativo para reforzar la capacidad de resistencia de los bancos de la UE. ¿Está satisfecha con el resultado?
Valoro positivamente el acuerdo, y espero que se pueda adoptar antes de las elecciones europeas. El paquete traspondrá las normas de Basilea a la legislación europea y, por tanto, hará que el sector bancario sea más seguro. Ese es un gran logro.
Pero todavía hay motivos de preocupación. En algunas cuestiones, el paquete se aparta de lo acordado en Basilea. Esto afecta, por ejemplo, a la ratio de apalancamiento, la revisión fundamental de la cartera de negociación y la ratio de financiación estable neta. Por tanto, las normas definitivas sobre requisitos de capital no basados en la ponderación por riesgo, riesgos de mercado y liquidez serán menos estrictas de lo que nos gustaría. Al mismo tiempo, las reglas del juego no serán totalmente uniformes a escala mundial. Por otra parte, el paquete podría haber apoyado más enérgicamente la idea de un auténtico mercado bancario europeo. Las exenciones transfronterizas de capital y de liquidez para los grupos bancarios habrían sido una importante señal a este respecto.
Por último, en algunas esferas, el paquete afecta al ámbito de acción de los supervisores. En su forma actual, los supervisores tendrán muchas más dificultades para garantizar que los bancos cumplan los requisitos del Pilar 2 solo con capital ordinario de nivel 1. En otras palabras, los bancos pueden recurrir a capital de menor calidad. Dada la importancia del capital como colchón contra las pérdidas, este es un paso en la dirección equivocada.
¿Qué riesgos observa en permitir que los bancos utilicen capital de menor calidad para constituir sus colchones del Pilar 2?Esta cuestión me preocupa mucho, y no solo porque diluye las normas en materia de capital. A un nivel más profundo, genera otros problemas. Incentiva a los bancos a utilizar la ingeniería financiera en el ámbito del capital adicional de nivel 1, algo que como supervisora no acaba de gustarme. Al mismo tiempo, los bancos más pequeños normalmente no tienen acceso a los mercados de capital adicional de nivel 1. Los bancos de mayor tamaño, por el contrario, tienen acceso a estos mercados, así que pueden cumplir los requisitos del Pilar 2 con capital de menor calidad, que tiene un coste inferior. En mi opinión, no hay igualdad de trato.
¿En qué medida disfrutan los bancos en Europa, y a nivel mundial, de igualdad de condiciones?
Sería estupendo que los bancos pudieran competir en igualdad de condiciones a nivel mundial. Basilea III ofrece una base sólida, pero el movimiento se demuestra andando, o más bien aplicando. Y en este aspecto, todavía observamos diferencias, incluso en Europa. El código normativo único no es tan único como cabría suponer.
Las normas vigentes todavía difieren de un país a otro. Estas diferencias crean al menos tres problemas. En primer lugar, contradicen la idea de una supervisión bancaria europea: la supervisión de los bancos a nivel europeo sería más eficaz y más eficiente con unas normas más armonizadas. En segundo lugar, dan lugar al arbitraje regulatorio. Por consiguiente, no solo aumentan el riesgo de crisis, sino que también hacen que sea más difícil gestionarlas en caso de que se produzcan. Por último, obstaculizan el camino hacia un sector bancario verdaderamente europeo. Por tanto, todavía queda mucho por hacer para armonizar las normas y garantizar la igualdad de condiciones.
Además de centrarse en los préstamos dudosos y los modelos de negocio, el BCE ha prestado mucha atención a la gobernanza, la cultura y la ética en los bancos. ¿Por qué son tan importantes estas cuestiones?
Los bancos están gestionados por personas, y las personas a veces cometen errores. Con frecuencia son parciales cuando toman decisiones, y en ocasiones no se comportan éticamente. Los bancos tienen que reflexionar sobre esta cuestión y encontrar la forma de acabar con la adopción de decisiones inadecuadas y comportamientos poco éticos.
El elemento clave de estos esfuerzos es la cultura individual de los bancos. Es esta cultura la que determina el comportamiento de los directivos y del personal. ¿Está compuesto el consejo por directivos con diferentes tipos de experiencia? ¿Reflexionan sobre sus decisiones? ¿Escuchan las voces discrepantes? ¿Respetan las líneas jerárquicas las competencias o existen lagunas y solapamientos en los procedimientos de información? ¿Existe un entorno de control estricto y se tiene en cuenta la información obtenida en estos controles en la adopción de decisiones diaria? ¿Piensan los directivos de forma estratégica o simplemente se centran en los beneficios a corto plazo? Todas estas son cuestiones básicas, e incluso cruciales, que no determinan el destino de un único banco: las respuestas a estas cuestiones están vinculadas a la reputación de todo el sector.
Compete ante todo a los bancos configurar su cultura. Este es un aspecto importante al que no se ha prestado atención en el pasado. Y como supervisores podemos y debemos evaluar los mecanismos de control existentes. Debemos revisar la gobernanza e influir en ella.
¿Qué más deberían hacer los bancos europeos para prepararse ante la próxima recesión económica?
Para empezar, tienen que reconocer que habrá una próxima recesión. Por tanto, los bancos no deberían asumir más riesgos de los que podrían gestionar en una recesión. Sé que es difícil ganar dinero hoy en día, pero la solución no es asumir riesgos excesivos. Los bancos deberían seguir siendo prudentes y mantener sus criterios de concesión de crédito —especialmente en lo que se refiere a los préstamos apalancados y los bienes inmuebles—.
Así pues, los bancos deberían sanear sus balances —valga como ejemplo los préstamos dudosos— revisar sus modelos de negocio y mejorar sus capacidades de dirección empresarial. En nuestros análisis observamos un grupo de bancos que siempre obtienen mejores resultados que sus homólogos. Estos bancos proceden de distintos países y tienen diversos modelos de negocio. Pero una cosa que todos ellos tienen en común es lo que llamamos dirección estratégica. No solo son capaces de elaborar planes, sino también de ejecutarlos. La dirección de estos bancos tiene una visión clara y ejerce un estricto control sobre toda la entidad, sobre los costes, los riesgos y la fijación de precios de cada producto y actividad. Parece, por tanto, que una dirección estratégica es lo que necesitan los bancos.
¿Cuál es su deseo para la supervisión bancaria europea?
Lo mejor, ¡por supuesto! En serio, tengo una larga lista de deseos. En primer lugar, deseo que la supervisión bancaria europea mantenga la confianza de los ciudadanos, los bancos y los mercados. Esta confianza depende de que haga un buen trabajo, por supuesto. Y si queremos que los supervisores bancarios europeos sigan haciendo un buen trabajo en el futuro, se tienen que cumplir algunos otros deseos. En primer lugar, necesitamos normas más armonizadas, como ya he mencionado antes. No se puede garantizar la igualdad de trato a nivel europeo en el ámbito de la supervisión si las normas son todavía nacionales. Además, hay que conservar las facultades supervisoras. Los supervisores han de poder aplicar un criterio y actuar conforme a ese criterio. Solo entonces podrán tener en cuenta circunstancias individuales e imprevistas.
Pero sobre todo, deseo que el personal siga siendo tan entusiasta y entregado y europeo como hasta ahora. Para mí, la supervisión bancaria europea claramente demuestra que Europa funciona y que mejora nuestras vidas.
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