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  • ARTÍCULO DE OPINIÓN

Cómo puede ayudar la Supervisión Bancaria europea a paliar las consecuencias económicas del brote de coronavirus en Europa

por Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE, publicado en Les Echos, Expansión, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Phileleftheros, La Stampa y Ta Nea el 30 de marzo de 2020, en Jornal de Negócios el 31 de marzo de 2020, en Times of Malta el 1 de abril de 2020 y en Latvijas Avīze el 3 de abril de 2020

1 de abril de 2020

Vivimos días dramáticos para Europa y sus ciudadanos. El brote de coronavirus ha afectado gravemente a muchos Estados miembros y no sabemos en qué medida la crisis sanitaria empeorará o cuánto durará.

Mientras médicos y enfermeras luchan heroicamente contra el virus en primera línea, todos los que participamos en la elaboración de políticas económicas debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para ayudar a mitigar el impacto económico de esta crisis.

Sabemos que los hogares y las empresas, tanto grandes como pequeñas, de la zona del euro se enfrentan a una situación económica y financiera extremadamente difícil. Por ello, en las últimas semanas, la Supervisión Bancaria del BCE ha anunciado medidas sin precedentes de relajación de los requerimientos de capital y flexibilidad supervisora en respuesta al shock económico, acompañadas de una recomendación a los bancos para que restrinjan el reparto de dividendos y la recompra de acciones.

A diferencia de la crisis financiera de 2008, esta vez los bancos no son el origen del problema. Pero necesitamos asegurar que puedan ser parte de la solución.

Nuestras medidas de mitigación tienen por objetivo que los bancos puedan seguir proporcionando apoyo financiero a los hogares y a las empresas viables, tanto grandes como pequeñas, más castigadas por esta crisis.

Nuestras iniciativas no deben considerarse de forma aislada, sino conjuntamente con otras medidas monetarias y fiscales. El BCE, en su función de banco central, ha puesto a disposición de los bancos fuentes adicionales de financiación barata, a las que se ha añadido un programa extraordinario de compras de activos. Como supervisor bancario, hemos relajado los requerimientos de capital y de liquidez, incrementando significativamente la capacidad de los bancos para prestar y absorber pérdidas sin que esto active ninguna medida supervisora. Muchos Gobiernos han decidido ofrecer un alivio temporal a los deudores concediendo moratorias de pago y respaldar a los bancos mediante garantías de crédito. Y los supervisores hemos aumentado la flexibilidad en el tratamiento regulatorio de los préstamos que reciban ese apoyo.

Dentro de nuestro mandato como autoridad supervisora prudencial, también hemos pedido a los bancos que suavicen todo lo posible el carácter procíclico de los modelos de dotación de provisiones para insolvencias basados en las normas internacionales de contabilidad (NIIF 9). Ello evitará que la volatilidad de las valoraciones resultantes de la aplicación de NIIF 9 durante el shock tenga un impacto significativo en su capital y en sus cuentas de resultados.

Asimismo, dadas las difíciles condiciones operativas y de mercado, hemos suspendido durante al menos seis meses la finalización y aplicación de varias decisiones supervisoras y hemos comunicado a los bancos que mostraremos plena flexibilidad cuando evaluemos la aplicación de sus actuales planes de reducción de préstamos dudosos antiguos.

Sin embargo, esta no debe ser una vía de sentido único.

Mientras todo a nuestro alrededor se paraliza y los esfuerzos de nuestras comunidades se centran en la lucha contra el virus, los bancos y sus accionistas también deben contribuir a este esfuerzo común.

Los fondos propios son el instrumento más eficaz del que disponen los bancos para soportar perturbaciones que se materializan inesperadamente. Por desgracia, podemos decir que estamos advertidos: el shock económico derivado de esta crisis no podrá considerarse inesperado. Aún no sabemos cuál será el alcance de la contracción económica ni cuánto durará. Deseamos lo mejor, pero debemos estar preparados para lo peor.

Es preciso mantener capital en el sistema para que los bancos tengan capacidad para prestar y absorber pérdidas en el momento en el que más se necesita. Por ello, la semana pasada la Supervisión Bancaria del BCE recomendó a los bancos no repartir dividendos ni recomprar acciones hasta al menos octubre de 2020. Esta recomendación se aplica también a los dividendos de 2019 que aún no han sido distribuidos, cuyo importe alcanza unos 30.000 millones de euros, según nuestros datos. Esperamos que los bancos que ya han presentado una propuesta de reparto de dividendos para su votación en su próxima junta general de accionistas modifiquen esas propuestas de acuerdo con nuestra recomendación.

Tengo la firme convicción de que estas medidas favorecen el interés a largo plazo de los bancos y de sus accionistas: al preservar sus funciones esenciales y reforzar su apoyo a hogares, pequeñas y grandes empresas y otras instituciones financieras, los bancos están protegiendo eficazmente su valor y mejorando su reputación.

Europa y sus ciudadanos tienen ante sí un reto extraordinario. Solo haciéndole frente podremos asegurar que el sector bancario europeo mantenga su fortaleza y pueda respaldar la rápida recuperación de nuestras economías una vez que este shock sin precedentes termine.

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