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Entrevista con Expansión

Entrevista con Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE, realizada por Nicolás Menéndez Sarriés y Andrés Stumpf el 1 de junio de 2022

8 de junio de 2022

La banca española está por debajo de la media europea en capital. ¿Le preocupa?

La posición de capital de los bancos europeos se ha reforzado mucho. Incluso durante la pandemia, cuando la fortaleza financiera de los bancos alcanzó el nivel más alto desde el inicio de la unión bancaria. Eso aplica también a España. Los bancos españoles tienen una posición actual bastante sólida.

El BCE ha presionado mucho para que los bancos acaben con la figura del presidente ejecutivo, muy típica en España.

Es cierto que en España es más común la figura del presidente ejecutivo que en otros países, es una cuestión histórica. También es cierto que el BCE ha expresado algunas preocupaciones sobre problemas que podrían surgir de este modelo, como la excesiva concentración de poder, la falta de una distinción clara de roles entre el consejero delegado y el presidente y capacidad insuficiente del consejo de administración para cuestionar decisiones críticas.

Dicho esto, quiero reconocer que la mayoría de bancos españoles ha reaccionado a nuestras preocupaciones sobre la figura del presidente ejecutivo y solucionado los problemas derivados. Muchos bancos se han comprometido a realizar una transición para cambiar el modelo de su ejecutiva o han introducido cambios para abordar estas cuestiones. Por el momento, estoy satisfecho con el progreso de los bancos españoles y me siento cómodo con los acuerdos de gobierno actuales.

¿Por qué preocupa tanto al BCE que las responsabilidades en un banco se concentren en una persona?

Es necesario tener sistemas de equilibrio y control para cualquier organización. Especialmente en los bancos, que trabajan con “el dinero de otras personas”, citando al famoso libro de Louis Brandeis de principios del siglo XIX. Incluso el directivo más capaz puede cometer errores en un momento dado o asumir riesgos excesivos. Se necesita una gobernanza robusta que permita tener en cuenta diferentes puntos de vista.

¿Forzaría el supervisor un cambio de presidente o CEO de un banco si éste fuera imputado judicialmente?

Es extremadamente importante para nosotros y para los bancos que la alta dirección no esté salpicada por acusaciones y preocupaciones serias hacia su reputación para que puedan continuar desempeñando su función correctamente. Por supuesto, nosotros no somos ni fiscales ni jueces y tenemos que ser respetuosos con el desarrollo judicial, pero miramos al conjunto del proceso y su posible impacto en la situación prudencial el banco y, si encontramos elementos sólidos para una intervención, tenemos las herramientas para abordar la situación. Esto es algo que hemos hecho en varias ocasiones, por ejemplo, en bancos con directivos que han infringido las normas contra el blanqueo de dinero o que, simplemente, se han quedado dormidos al volante.

¿Dónde trazan la línea para actuar?

Cada caso es un mundo y debe analizarse de forma independiente. No podemos tomar medidas drásticas por el hecho de que un banquero forme parte de una investigación preliminar, pero tampoco vamos a esperar a una sentencia final para intervenir. Tenemos que hacer nuestra propia evaluación de la situación y comprobar si hay riesgos reputacionales para el banco o si el directivo ya no está capacitado para realizar sus funciones, antes de tomar cualquier decisión.

El BCE marca cuándo un directivo es apto, si se pueden repartir dividendos, si el negocio es sostenible... ¿Qué discrecionalidad le queda a la entidad privada?

Puedo asegurar que no queremos jugar a ser Dios ni excedernos en nuestras responsabilidades. Nuestro mandato nos atribuye una función prudencial. Es el banco quien debe decidir quién es su responsable, cómo y cuánto retribuye a sus accionistas y qué modelo de negocio seguir. Nosotros sólo intervenimos si se pone en riesgo la solidez del banco.

La banca española ha vivido un nuevo proceso de consolidación. ¿Cómo lo valora?

Creo, en general, que el proceso de consolidación ha sido positivo en términos de ganar eficiencia y rentabilidad. Ha permitido a los bancos repensar sus estrategias y ajustar sus modelos de negocio. También observamos que el mercado lo ha valorado positivamente.

¿Considera que una mayor concentración y el consecuente cierre de oficinas puede dejar a ciertos colectivos en situación vulnerable?

No veo una contradicción entre mejorar la eficiencia de costes con el cierre de oficinas, potenciando la digitalización, y garantizar un buen servicio a los clientes menos digitales. En la pandemia hemos visto que una porción importante de los clientes se ha movido con facilidad hacia la banca digital. Esto ha liberado recursos que los bancos pueden utilizar para dar servicio a los usuarios menos digitales. Las sucursales son un componente de distribución importante para los bancos y lo seguirán siendo durante mucho tiempo. No obstante, todavía hay margen en España para reducir la red de oficinas sin dañar a los clientes. Las cifras son muy ilustrativas. En 2020, de media, había 20,9 oficinas por cada 100.000 habitantes en Europa, mientras que en España eran 45,5 oficinas.

¿Veremos algún día una operación paneuropea?

En el entorno actual, el primer incentivo para las fusiones bancarias es eficiencia de costes. Por ello, es natural hasta cierto punto que la oleada de fusiones haya tenido su foco entre bancos con solapamientos en las redes de distribución nacionales, ya que ahí es donde se pueden conseguir más ahorros. Cuando el entorno de los tipos de interés cambie y logremos aún más avances en la Unión Bancaria, eliminando los obstáculos a la banca transfronteriza, los argumentos para las fusiones paneuropeas serán más fuertes.

¿Le preocupa el actual escenario macroeconómico de cara a la banca?

Si miro las previsiones de la Comisión Europea de hace varias semanas [el BCE publicará sus propias proyecciones actualizadas esta semana], veo que este año afrontamos una desaceleración del crecimiento, que, por supuesto, no son buenas noticias, pero aun así el crecimiento sigue siendo positivo, por encima del 2% en la zona euro en 2022 y 2023. En cuanto a la esperada normalización de la política monetaria del BCE, creo que los bancos se beneficiarán de los efectos positivos en sus márgenes de tipos de interés.

En este momento, no estoy excesivamente preocupado. Pero el escenario actual es de alta incertidumbre. No podemos excluir que las perspectivas empeoren. Es por eso que estamos presionando a los bancos para que también desarrollen sus planes de capital en diferentes escenarios más negativos.

La guerra de Rusia es uno de los focos de esa incertidumbre. ¿Cree que hay riesgo de ciberataques en el sector financiero a consecuencia del conflicto?

El riesgo de los ciberataques ya nos preocupaba desde mucho antes. Hemos identificado los ciberriesgos como una de las prioridades supervisoras para los próximos tres años. Los bancos europeos están invirtiendo mucho en esta área y nosotros como supervisores estamos empujando para fortalecer la protección, dado que la invasión rusa de Ucrania ha elevado la amenaza de ciberataques.

Dentro de las conversaciones con el sector bancario a raíz de los riesgos que puedan surgir de la guerra, ¿ha hablado específicamente del cibercrimen?

Sí, es algo de lo que llevamos hablando mucho tiempo y que se ha intensificado en las últimas semanas y meses. Mejorar la protección frente a estas amenazas es una de nuestras más altas prioridades este año.

¿En qué punto se encuentra el sector? ¿Está protegido?

Se ha avanzado mucho, pero no estoy del todo seguro de que los bancos estén en el punto en el que deben estar. El riesgo es todavía muy alto.

También hemos observado que algunos bancos, aprovechando la apertura del mercado de las tecnologías de la información externalizaron funciones críticas a países remotos. Es algo que ya nos preocupó durante la pandemia, pues algunos bancos habían llevado estos servicios clave a países, como por ejemplo India, que estaban bajo mucha presión por la propagación del Covid-19.

La situación pudo gestionarse, pero sigue siendo algo preocupante. Ahora el riesgo está en los bancos que tienen sus funciones clave y centros tecnológicos en zonas afectadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania. En general, otras zonas del mundo también podrían ser propensas a tensiones geopolíticas, lo que afectaría la capacidad de los bancos para seguir desempeñando funciones clave.

La seguridad ante ciberataques y la vulnerabilidad digital es algo sobre lo que se tiene que pensar mucho de cara al futuro y somos conscientes de que estamos sólo en los primeros pasos para abordar este desafío.

Otra de las grandes preocupaciones es la gestión de los préstamos dudosos, que ya inquietaba al BCE en la pandemia. ¿Han reaccionado los bancos tras la carta que enviaron a los consejeros delegados?

Estoy encantado de que mandásemos aquella carta porque, como estamos viendo, fortalecer los controles del riesgo de crédito es importante incluso después de la pandemia. Creo que la carta y los procesos que desencadenó nos han permitido identificar varias carencias en la forma que tienen los bancos de gestionar el riesgo de crédito y préstamos dudosos. Esto ya ha tenido un reflejo en las notas que internamente hemos dado a las entidades en 2021 y en los requerimientos de capital resultantes.

En la mayoría de los casos, hemos fijado con las entidades una primera lista de expectativas para que remedien estas carencias. Nuestros equipos de supervisión están haciendo seguimiento con los bancos en este proceso de perfeccionamiento. Por eso creo que la carta ha sido una iniciativa muy fructífera, que hace que nuestros bancos sean más resistentes y estén mejor preparados para afrontar el deterioro de la calidad de los activos que un empeoramiento de las perspectivas económicas puede provocar en los próximos meses.

¿Está satisfecho con la rentabilidad de la banca?

En enero nos reunimos con inversores, analistas de mercado y agencias de rating, y se mostraron muy optimistas con la banca europea. Muchas entidades habían anunciado planes para aumentar la rentabilidad de los próximos años y mejorar la remuneración de sus accionistas. Lamentablemente, la guerra ha supuesto una gran disrupción y aunque seguimos viendo un desarrollo positivo comparado con el pasado, tenemos que ver cómo evoluciona la situación en los próximos meses y cómo afecta a la trayectoria del capital y la rentabilidad de los bancos en los próximos años.

¿Cuál ha sido la clave de la fortaleza de la banca en la crisis del coronavirus?

Ha sido un conjunto de las medidas que se pusieron en marcha en coordinación con la intervención de las políticas monetaria y fiscal, y los frutos del camino recorrido desde la última crisis financiera. El papel tan positivo que han jugado los bancos durante la crisis del Covid-19 se ha debido en gran medida a su fuerte posición de capital.

A diferencia de cuando cayó Lehman Brothers, en esta ocasión los bancos disponían de capital suficiente para no endurecer materialmente sus estándares crediticios y continuar prestando a hogares y empresas, evitando así una espiral negativa en la economía.

Los altos requerimientos de capital, a veces tan denostados, han servido entonces.

Totalmente. A veces la postura de los bancos es que tantos requerimientos de capital son negativos para el flujo de crédito y para apoyar el crecimiento y el empleo, pero eso es engañoso. Hace falta un sistema bancario robusto en el que los préstamos que necesita la economía lleguen también en tiempos de crisis.

¿Se arrepiente de la restricción al reparto de dividendos?

He dicho ya públicamente que no tengo intención de volver a usar este recurso. Sin embargo, si volviera atrás al comienzo de la pandemia, volvería a restringir de forma general la distribución de dividendos. Haría exactamente lo mismo porque era un momento de extrema incertidumbre sin precedentes. Sabíamos que se avecinaba una gran recesión y no sabíamos cómo las medidas de distanciamiento y el parón de nuestra economía iban a impactar a cada banco, incluidas las entidades con un nivel de capital aparentemente alto. No había visibilidad para distinguir entre los bancos, por lo que era necesario pedir a todos que retuvieran ese capital de forma excepcional.

¿Le falta alguna herramienta como supervisor?

Ahora hay un debate en Bruselas sobre la aplicación del paquete final de reformas de la regulación bancaria de Basilea. Creo que es muy importante que se complete y que se implemente acorde con los estándares internacionales adoptados.

Más allá de eso, siento que tenemos las herramientas correctas para realizar una buena supervisión del sector bancario. Lo que sí ocurre es que en ocasiones no están suficientemente armonizadas, por lo que nuestras directivas no siempre tienen una implementación homogénea en todos los países. Esto obliga al BCE a aplicar leyes diferentes en los distintos estados miembros. Por eso, hace falta un mayor impulso para completar de forma definitiva la Unión Bancaria.

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